Abrazar la tecnología en el aula sin obsesionarse con ella



Como muchos profesores de mi quinta, no crecí siendo un nativo digital, pero sí me crié en plena explosión de Internet. En mi casa no tuve ordenador hasta los 17 años y en el instituto podíamos entregar muchos trabajos a mano. Cuando tenía que presentar algo a ordenador, me iba a la biblioteca y lo hacía allí. Sin embargo, abracé la tecnología con fuerza y aprendí todo lo que pude peleándome con ese ruidoso módem tan de los noventa (sí, ese que, cuando lo conectabas, hacía que la línea de teléfono comunicase durante horas), y pasando tardes en la biblioteca de mi ciudad descubriendo ese mundo que se abría ante mis ojos: Internet. Desde entonces, no he podido prescindir de ella. 

En el contexto educativo, difícilmente podemos ignorar los beneficios de la tecnología y menos rechazarla por completo. Si bien es cierto que algunos de nosotros nos dedicamos a la enseñanza de idiomas para adultos y puede parecer que el uso de las TIC es algo dirigido a un público más joven, no es así. Los recursos digitales e interactivos durante las clases facilitan enormemente el aprendizaje de alumnos de todas las edades y, bien escogidos o adaptados, pueden ser un apoyo muy valioso para enseñar lenguas en cualquier contexto. 

Aunque considero que la tecnología nos brinda un amplio abanico de posibilidades, admito que en mis clases no le saco todo el provecho que podría. Lo que sí me gusta hacer, y me da buen resultado, es llevar la tecnología al aula cuando quiero proponer una actividad colaborativa, como el visionado de un vídeo y, a partir de él, ejercicios interactivos de comprensión auditiva, vocabulario y expresión oral que creo mediante aplicaciones o plataformas como Quizlet o ¿Quién quiere ser millonario?.

El Blended Learning me parece una estupenda idea para combinar aprendizaje "tradicional" o "clásico" (asistir a clases presenciales) con la enseñanza en línea. De este modo, podemos hacer uso de la tecnología dentro y fuera del aula como complemento a las clases que estamos impartiendo, sin sobrecargar el aula de idiomas de tecnología, algo que también puede resultar agotador. No olvidemos que muchos de nuestros estudiantes se pasan ocho horas delante de un ordenador y que a muchos no les apetece pasarse otra hora y media mirando una pantalla. 

Con el aprendizaje "combinado" podemos fomentar el trabajo colaborativo y ayudaremos al estudiante a sentirse más cómodo, sobre todo si comete errores. Hacer actividades interactivas en parejas o pequeños grupos es una manera estupenda de dejar a los alumnos que interactúen sin miedo a equivocarse o a no saber utilizar las nuevas herramientas que les estamos proporcionando. Por otro lado, si les pedimos realizar una tarea fuera del aula usando alguna plataforma o app con la que no estén familiarizados, contarán con el tiempo y el espacio necesario para procesar lo que se les está pidiendo, por ejemplo: la creación de un blog colaborativo de viajes en el que cada alumno deberá crear una cuenta como esta, en Blogger, y después, comentar debajo de las entradas que hayan subido sus compañeros. 

Dos alumnas realizando una actividad al estilo "blended learning": tablero de juego y flashcards en papel, pero comprobando sus respuestas en su ordenador utilizando Quizlet. 
En mi opinión, el mejor uso que podemos hacer de la tecnología está relacionado con el acceso que esta nos proporciona a la realidad sociocultural y sociolingüística de los países cuya lengua estudiamos. Tenemos la gran suerte de contar con un número ilimitado de recursos reales: canciones, documentales, cortos y anuncios publicitarios en YouTube, que nos ayudarán a acercar el mundo hispanohablante a nuestros estudiantes de una manera significativa. Nunca antes había sido más sencillo saber y conocer, pero en ocasiones necesitamos que nos guíen para acceder a ciertos contenidos. Gracias a plataformas como YouTube, la joya de la corona, podemos enseñar la realidad de los países de habla hispana más allá de los manuales y los libros de texto. Algunos ejemplos de esto serían la utilización en el aula de canciones como Latinoamérica, del dúo puertorriqueño Calle 13, que introduce al alumno al concepto de América Latina y sus habitantes, los efectos de la colonización y la globalización, y algunos de los retos que todavía quedan por cumplir. Gracias a la tecnología tenemos acceso a materiales tan maravillosos como estos vídeos, que después podemos explotar de la manera que mejor se adapte a nuestro grupo y a sus necesidades. Visionar un vídeo no es en sí una actividad estrictamente tecnológica, pero sí que lo pueden ser las tareas que deriven de esta: un juego de verdadero y falso creado con Kahoot, otro con flashcards en Quizlet en el que descubran y aprendan nuevo léxico, y como tarea final de una unidad, la creación de un rap con la aplicación AutoRap by Smule en parejas. 


Aunque las TIC pueden facilitar el trabajo del profesor de lenguas y motivar al alumno, no deberíamos caer en la tentación de digitalizar y tirar de tecnología indiscriminadamente. En mi opinión, una clase tradicional con una o dos tareas como máximo en las que utilicemos tecnología sería lo adecuado, ya que nos ayudará a dinamizar la clase sin abrumar a los alumnos y a nosotros mismos. Las opciones están ahí, solo tenemos que curiosear, investigar y escoger las que más nos convengan. Lo importante es no querer abarcar y probar todo olvidando que somos, sobre todo, profesores de carne y hueso. La tecnología es una ayuda a nuestra labor docente, no el medio. 

Las clases en línea son ahora la realidad para muchos docentes de lenguas.

📷Todas las imágenes son de mi propiedad. 

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